De visita por dos ciudades del mediodía francés encontré una luz mediterránea preciosa, una gran mezcla de culturas que me trasladó a otro continente, arquitectura lista para ser fotografiada, rincones mágicos, quesos deliciosos y playas infinitas.
El barrio de la Paine, le Cours Julien y la rue de Notre Dame en Marsella o le Marché aux Fleurs en la place Charles Félix y le Monteé du Château son lugares en los que pasaría horas.
Todo junto a la mejor compañera de viaje. La mayoría de las fotografías son suyas, yo mientras jugueteaba con mi cámara analógica.
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